A pesar de que viven en el mar, los delfines no son peces, son
mamíferos. Por tal razón, su respiración es muy similar a la de los
mamíferos terrestres, y esto puede conseguirse gracias al espiráculo,
una pequeña abertura exterior próxima a la tráquea por donde reciben el
aire en la superficie del mar. El espiráculo tiene la capacidad de cerrarse o abrirse
de acuerdo al medio donde se encuentre el delfín, de manera que, si se
encuentra en la superficie, el animal abrirá esta entrada de aire para
llenar sus pulmones y sumergirse nuevamente en el mar, donde podrá
permanecer sin respirar por varios minutos (puede llegar a una hora como
máximo hasta la próxima toma de aire).
Dentro de este aspecto,
destaca el hecho de que los delfines no poseen la capacidad de los
humanos de respirar inconscientemente. Una parte específica del cerebro
de estos animales se encarga de gestionar el proceso de respiración, y
mientras permanezcan sumergidos podrán abrir la boca para cazar sin que
el agua penetre en sus bronquios, criaturas perfectamente adaptadas al mar sin ser peces.
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